Lorenzo Merino Rodríguez trabaja como taxista hace 13 años; este miércoles, a las 14:12, alzó a un pasajero en el segundo anillo de la avenida Brasil, quien le pidió que lo traslade hasta el mercado Primavera. Cuando estaban por llegar a destino y Lorenzo esperaba cobrar Bs 15, el pasajero, que iba en el asiento trasero, le puso un cuchillo en la cadera y le dijo: “Párate a la derecha y baja del auto”.
El taxista, que tiene una hija de 13 años y un niño que este sábado cumple tres años, logró sujetarle la mano y forcejeó con él. Sintió que fueron como 10 minutos en que estuvo forcejeando en el motorizado para evitar ser victimado. Solo resultó con cortaduras en los dedos gracias a un grupo de personas que salvó su vida.
Pasajeros de un micro lo salvaron
Mientras forcejeaban, Lorenzo vio un micro de la línea 74 que pasaba junto a su vehículo y gritó pidiendo auxilio. Un grupo de pasajeros bajaron al malhechor y lo redujeron a golpes. Sin embargo, este consiguió escapar metiéndose al canal de drenaje y luego internándose en el monte.
Asegura que era Johnny Beltrán
Lorenzo no sabía a quién se había enfrentado hasta que le enseñaron una fotografía de Johnny Beltrán, uno de los dos reos que escapó de Palmasola el lunes y que es conocido como “el terror de Yapacaní”, por haber cometido violaciones a niñas en ese municipio, por lo cual tiene una sentencia de 25 años. El sujeto es buscado por la Policía junto con Gadiel Torrico, un sentenciado a tres años de prisión por el delito de portación de armas, pese a estar implicado en robos.
Un carretillero que se convirtió en taxista
Lorenzo Merino Rodríguez es un humilde hombre del volante oriundo de Cochabamba que llegó a Santa Cruz en 1998 con la esperanza de encontrar días mejores. Gran parte de su niñez y juventud trabajó como carretillero. “Yo era carretillero de la Asociación 4 de junio en el mercado Abasto hasta que enfermé de pulmonía. Poco a poco fui juntando plata hasta comprarme mi taxi”, contó el hombre que por primera vez en su vida fue atracado y que da gracias a Dios por seguir con vida.
“Mis hijos están asustados, llorando por ver lo que me pasó. Yo solo doy gracias a Dios por haberme enviado a los pasajeros de ese micro a salvarme la vida”, concluyó.