Moda José, viaje por Bolivia inspiró marca de Amélie Peaucellier

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Moda José, viaje por Bolivia inspiró marca de Amélie Peaucellier. A los 25 años encontró un significado en su carrera mientras viajaba por Bolivia. Aquí creó una marca de suéteres tejidos a mano por artesanos locales.

Moda José

«Antes de lanzar JOSÉ seguí una capacitación en negocios. Luego continué con pasantías y alternancias en los principales grupos franceses. No estaba en mi elemento. Claramente, no tenía ningún valor que aportar a mi puesto, a la empresa. Todo estaba finalmente al revés en mi filosofía», confiesa Amélie Peaucellier.

Después de trabajar durante un año en L’Oréal buscó trabajo sin ningún deseo o convicción real. Estaba un poco perdida. Hasta que su «ex pareja» fue a buscarla.

La invitó a un viaje por Bolivia en junio de 2017 con una idea específica: hacer un suéter y revenderlo. ¿Por qué ? «Los suéteres de América del Sur son muy populares. Sabíamos que cuando fuéramos allí también encontraríamos nuestra felicidad y nuestros futuros clientes. Bolivia es un país pobre que exporta poco. Este país está lleno de maravillas y el trabajo de tejer es una experiencia local ancestral. Queríamos destacar este saber hacer», dice ahora.

Durante un mes se reunieron con artesanos encantados de unirse a este proyecto. Excepto que en Bolivia los estándares de «moda» no se adecuaban a los de Europa. A pesar de sus conocimientos de punto era muy complicado llegar a un producto bien cortado, desde un punto de vista estilístico y técnico.

Prosigue Amélie: «Desarrollamos docenas de prototipos antes de llegar a un resultado correcto en julio de 2017, antes de regresar a París. Se necesitó mucha paciencia. Los plazos no son los mismos, ni el idioma ni la cultura. Finalmente, al combinar nuestras competencias y las suyas, logramos desarrollar nuestra primera colección en colaboración».

Hoy JOSÉ cumple un año. Con sus socios en Bolivia la confianza se ha establecido. Tomó mucho tiempo, pero un tiempo precioso que «nos ahorra dinero hoy en día».

Se han vendido casi 2 mil piezas. Hay 30 artesanos que trabajan en el proyecto y están surgiendo nuevas asociaciones. Los artesanos reciben sus sueldos y están orgullosos de ver que su experiencia va más allá de sus fronteras.

«He vuelto a Bolivia, esta vez sola. Así llegó la segunda colección, luego la tercera. Trabajo con mucha pasión. Mi equipo son los artesanos con los que trabajo a pesar de los 10 mil kilómetros que nos separan».