Bolivia, amputados se colocan prótesis hiperrealistas

Bolivia, amputados se colocan prótesis hiperrealistas. En Bolivia las prótesis para amputados se importan en gran medida de Europa o América del Norte, donde están diseñadas para replicar la piel blanca.

Bolivia amputados prótesis

Hace seis años, Richard Vargas perdió las manos en una explosión de dinamita, un hecho común en Bolivia, donde el explosivo es tan frecuente que un senador sugirió una vez declararlo patrimonio nacional.

Cuando despertó dos semanas después en el hospital, Vargas comenzó a enfrentar las mismas dificultades que muchos otros amputados: perdió su trabajo como trabajador metalúrgico, tuvo problemas para pagar las facturas y enfrentó discriminación social.

Ahora lleva dos prótesis de manos hiperrealistas que le permiten caminar desapercibido, escribir, comer con cubiertos y mucho más.

«Me siento como una persona normal», dijo.

En Bolivia, las prótesis se importan en gran medida de Europa o América del Norte, donde están diseñadas para replicar la piel blanca y cuestan miles de dólares, el equivalente a más de seis años de salario mínimo en el país sudamericano.

Fabricante boliviano

Esto llevó al ingeniero electromecánico boliviano Antonio Riveras a fundar Creotec, un fabricante de prótesis que atiende principalmente a bolivianos de bajos ingresos con precios tan bajos como 300 dólares.

En el taller de Creotec, artistas y técnicos en silicio moldean cuidadosamente los miembros artificiales, diseñándolos para que se ajusten lo más posible a la edad y el tono de piel del paciente, añadiendo arrugas, pigmentación de las uñas e incluso pelos diminutos.

«Muchas personas con discapacidad y amputaciones se sienten aisladas, no salen de casa, muchas abandonan sus estudios y pierden su trabajo», dijo Riveras, afirmando que las prótesis realistas van más allá del apoyo físico.

“Tres de cada 10 de ellos tienen pensamientos suicidas y la mayoría están deprimidos. Nos dimos cuenta de que el problema era más psicológico que físico”.

Las prótesis de Vargas fabricadas en Creotec son lo suficientemente realistas como para pasar por sus manos originales. Recuperó su antiguo puesto en un taller de aluminio y, como segundo trabajo, también talla lápidas.

“Todos me miraban, veían que no tenía manos y que siempre necesitaba pedir favores a la gente”, dijo Vargas. “Ahora puedo hacer mis cosas y caminar con normalidad, puedo ponerme una chaqueta y nadie se da cuenta”.

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